Asana es una palabra sánscrita que significa POSTURA. Cuando utilizamos este término en un contexto de yoga, nos estamos refiriendo a la práctica de secuencias de posturas acompañadas de alguna técnica de respiración. Como ya he explicado antes en otros textos, lo que comúnmente conocemos como yoga, es un método científico para desarrollar la intuición y liberarse de los condicionamientos existenciales, tanto propios (karma) como de la naturaleza (maia), y así conectar con la auténtica esencia de la existencia. Dentro de la mayor parte de las escuelas de yoga contemporáneas vamos a encontrar en mayor o menor medida la práctica de asanas como un elemento primario de este camino. El objetivo de la práctica de asanas es armonizar el cuerpo físico, que es la capa existencial más evidentemente expuesta a la naturaleza. El tiempo/espacio (universo) crea emociones, comportamientos y patrones que se convierten en obstáculos para la meditación; la práctica de asanas nos libera de las oscilaciones mentales producidas por el cuerpo. ¿Entonces yoga no es lo mismo que la práctica de asanas? No, es solo uno de los componentes de la práctica, y aunque la mayor parte de las escuelas modernas de yoga lo han convertido en el elemento fundamental, existen también otros enfoques. Lo primero que debemos entender es que no hay una sola yoga, después de tres mil años de que se mencionó la palabra por primera vez hasta hoy, la práctica se ha actualizado, modificado, modernizado, y sobre todo adaptado a las necesidades de los practicantes de los diferentes puntos del espacio/tiempo. Existen múltiples escuelas de yoga con diferentes enfoques y métodos que dependerán de los textos en que basan sus enseñanzas y el tiempo en que estos fueron escritos; la existencia, inexistencia o el rol de la práctica de asanas en cada escuela también depende de esto, podríamos generalizar, sin miedo a equivocarme, que a más moderna la escuela (basada en textos más recientes), la relevancia de la práctica de asanas tiende a ser mayor. A continuación, haré un recorrido simplificado de la historia de yoga, explicaré como han evolucionado las prácticas, y describiré el rol del cuerpo físico (si es que lo hay) en cada una de ellas:
Krishnamacharya y sus alumnos en el castillo de Mysore Después de este recorrido en el tiempo, queda muy evidente que la práctica de yoga ha cambiado demasiado en el tiempo en cuanto a sus formas, pero es muy importante aclarar que no así en esencia; cada nueva escuela de yoga se basó en los fundamentos de las anteriores, sin negar ni olvidar los conocimientos ancestrales, solo incorporando los nuevos descubrimientos. Respecto a la práctica de asanas, queda claro que no es muy antigua ni tradicional en la historia de yoga, pero su aparición tiene una razón de ser importante, la práctica tenía que ser adaptada para que sus beneficios llegaran a más gente; asana fue el vehículo para que la práctica de yoga se masificara, para que más la probaran, y aunque sea una pequeña la proporción de estudiantes que pasen de este punto hacia prácticas más avanzadas, aún para la gran mayoría que no, en la práctica de asanas existen grandes beneficios palpables en la vida cotidiana. Efectos de la práctica de asanas en el cuerpo físico.
Nuestra fuente primaria de energía es la respiración, cada vez que inhalamos estamos mandando energía vital a todas las células de nuestro cuerpo para que puedan realizar la función para la que están destinadas; si dejáramos de respirar por unos pocos minutos, la mayor parte de estas células empezarían a morir instantáneamente y nosotros junto con ellas. Casi todos tienden a pensar que nuestra relación con la respiración se limita a esta función de supervivencia inmediata, pero existen otros efectos que requerimos más tiempo y atención para notar. Cuando hablamos de energía vital, debemos de entender dos conceptos: Cantidad de energía: Cuánta entra vs cuánta sale. Entra la energía que eres capaz de metabolizar a través de tu respiración, sale la que usas como combustible para realizar tus actividades; en esta relación puede haber un balance, un superávit o un deficit. Si gastas más de lo que entra, algunas partes del cuerpo recibirán menos energía, y aunque nuestro cuerpo es bastante inteligente y prioriza siempre a los órganos vitales, si el deficit se mantiene, en algún punto del tiempo esto se convertirá en una enfermedad; la única manera de permanecer en un balance sostenible o incluso llegar a superávit es mejorando la capacidad respiratoria (que no significa respirar más veces). Cobertura energética: Esa energía debe llegar a todas las células del cuerpo a través de los sistemas circulatorio y nervioso; esto es algo que el cuerpo debería hacer solo, pero debido a la edad, a predisposiciones genéticas o hábitos (respiratorios, alimenticios, posturales, etc), empiezan a generarse bloqueos a algunas zonas, cuando esto sucede es que se empieza a gestar una enfermedad. En una buena práctica de asanas se puede metabolizar una mayor cantidad de energía si se emplea una respiración profunda y rítmica, y si el ejercicio es balanceado entre actividad intensa y relajación. La cobertura total del cuerpo se logra con las posturas, si se eligen las correctas, en el orden adecuado y se ejecutan de forma impecable, se logra sincronizar y estimular todos los sistemas corporales; durante una hora y media tu cuerpo vuelve a ser una máquina perfecta funcionando a todo su potencial. Cuando hay balance energético y la energía llega a cada órgano, habrá salud, concentración y sensación de bienestar; gradualmente incrementará el grado de consciencia y se irán depurando los patrones conductuales y las oscilaciones mentales producto de la naturaleza material del cuerpo. Cuando por medio de la práctica sostenida se logra un superávit energético, ahí es cuando se abre la puerta a la meditación, ahora el practicante está listo para explorar los misterios de la mente. Namaste Bhanu K.N.
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Agosto 2023
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