En esta lectura platico como vida cambió con la práctica de YogaLa historia inicia hace muchos años cuando tenía una vida muy parecida a la de casi todos, crecí en Monterrey como hijo de familia, estudié negocios en la universidad y acabé en un trabajo godín, uno de esos que entras a las ocho pero siempre llegas tarde, una hora para comer pero te echas otras dos entre breaks, cafecitos y cigarritos, sales a las siete, una hora en el tráfico... lo único que quieres cuando llegas es servirte una copa de vino y prender Netflix. ¿Te suena?
Desde muy niño empecé a acostumbrarme a oír gente quejandose de su salud, primero en la familia… los achaques; que el abuelo diabético, la abuela con hipertensión, el tío depresivo, las tías que compiten para ser la que tenga el record de más dolencias... mi papá con sus infartos. Cuando me hice adulto empecé a ver como mi círculo social empezaba a contaminarse con historias de este tipo, de pronto ya no era la generación de los “viejitos”, era la mía la que estaba haciéndose achacosa. A mi roomie le diagnosticaron diabetes antes de los treinta, en la oficina el 70% por ciento de mis compañeros sacaba algún nivel fuera de de rango en los chequeos anuales, colesterol y triglicéridos principalmente; el sobre-peso estaba más que normalizado, éramos pocos los que no teníamos panza chelera o lonjitas. Yo veía todo esto como algo ajeno y no creía que me fuera a pasar. Un día de mis veintitantos a mi papá le da su primer infarto, y a mí, en medio de todo ese sufrimiento me llega una revelación. Yo ya no era ese muchacho flaquito, atlético y deportista que había sido toda mi vida, ya también tenía algo de pancita, de cachete, y ya iba llegándole a la talla 32 de pantalón, y lo peor… Llegaron los resultados de mi último chequeo de salud: Triglicéridos altos, colesterol alto, posible pre-diabetes. Ciertamente desde que había empezado a trabajar me pasó lo que le pasa a la mayoría, deje de hacer ejercicio “por falta de tiempo”, empecé a comer en la calle todos los días “porque el tráfico”, empecé a tomar mas seguido “porque el stress”, empecé a dormir poco porque “¿a que horas?”. Todo lo que me estaba pasando era producto del deterioro de mis hábitos, y las consecuencias no eran solo físicas, me di cuenta de que ya no tenía los mismos niveles de energía de antes, ni de alegría, ni de cariño por lo que hacía en mi día a día; me sentía cada vez más cansado, más irritado, más aburrido… peor aun, voltee a mi alrededor y vi que todos estaban igual, me di cuenta de que está bastante normalizado vivir así. Cada vez hay más jóvenes que padecen enfermedades crónicas, que están enganchados a alguna pastilla para poder sentirse bien; cada vez más gente padece de depresión y ansiedad crónicas, cada nueva generación es más triste que la anterior, y somos muy pocos los que nos detenemos por un momento a pensar ¿Qué nos está pasando? A mi me bastó ese momento de claridad para entenderlo, sin más, decidí que yo no iba a caminar esa ruta, decidí que no iba a ser yo el siguiente infarto de la familia; más allá de eso, decidí que no quería seguir viviendo una vida robótica, sin sentido, sin emoción, sin consciencia… Fue ese el momento en que inició mi camino en Yoga. Yoga es la ciencia que nos enseña cómo inducir cambios positivos en el funcionamiento del cuerpo, la mente y el universo... yo empecé por el cuerpo; me tomó cerca de cinco años revertir el daño físico que me había ocasionado con malos hábitos, con la práctica fui enseñando a mi cuerpo a respirar diferente y así reconstruí por completo el funcionar de mi metabolismo, lo llevé de ser lento y acumulador, a ser ligero y fluido, como el de los niños; no volvió a haber rastros de desbalances químicos, rompí la tradición familiar de los colesteroles altos y la propensión a la diabetes, nunca más se ha vuelto a acumular grasa; no solo eso, se acabaron los dolores de espalda, el cuerpo se volvió ligero, suave y fuerte; ya no me enfermo nunca, mi piel es extremadamente suave, y para la edad que tengo se puede decir que no tengo arrugas… ¡Lo más maravilloso!, la vitalidad regresó, también las ganas de hacer, de experimentar, ¡de vivir!, volví a ser curioso y preguntón como lo era en mi infancia. Mi curiosidad (pre-requisito para avanzar a esta fase) me llevó a trabajar con energía. Energía es el movimiento incesante e imparable del universo, es el TODO moviéndose SIEMPRE (otro concepto que debes anotar). Al tiempo que todo se mueve dentro y fuera del cuerpo, el yogi se hace dos preguntas "¿Soy consciente del movimiento?", "¿Puedo aplicar mi voluntad a encauzar este movimiento?". Cuando tuve este descubrimiento y empecé a aplicarlo, ¡PUM!, empezaron a abrirse nuevos caminos por todos lados; empecé a jugar y experimentar con todo, cosas tan cotidianas y rutinarias como la alimentación empezaron a volverse entretenidas e interesantes solo por hacerme consciente de ellas, empecé a preguntarme: “¿Qué tipo de energía quiero que se mezcle con mi cuerpo?”… y nunca volví a comer igual. La experimentación me abrió todas las posibilidades, fui quitando y poniendo cosas del menú, probando diferentes frecuencias, cantidades y horarios, siempre en la búsqueda de algo que se sintiera mejor que lo anterior... así fue que eventualmente llegué al vegetarianismo y al ayuno; hoy por experiencia sé como la alimentación afecta la práctica espiritual. Las mismas preguntas las apliqué al resto de las cosas y estas me llevaron a viajar por todo el mundo, a convertirme empresario exitoso, a hacer arte, a escribir, a enseñar… y nuevos caminos siguen abriéndose ante mí todos los días. Los últimos años los he dedicado a experimentar los intercambios energéticos que se dan entre lo que por mucho tiempo pensé que era mi cuerpo y lo que aparentemente es el universo. Con la práctica he descubierto que hay movimientos más sutiles que suceden solo al interior del “propio” organismo, y que originan y modulan (pero que al mismo tiempo se alimentan de) los más grandes, que son los observables por los sentidos comunes y que transforman “el mundo”. Imagínate poder encausar a voluntad toda la energía que corre por tu cuerpo, poder ver en “cámara lenta” toda la información al tiempo que se transmite de célula a célula, de poder desviarla, sustituirla o modificarla; imagina romper la barrera imaginaria entre "tú" y "el universo"... observar esos ríos de luz cruzando de un lado al otro. Esta es la aventura en la que me encuentro embarcado justo ahora, y su nombre es: Meditación. Mientras uno va afinando la atención y dirigiéndola hacia “el interior” uno descubre el porque de todas las cosas, las artes abren todos sus secretos, lo místico y lo sagrado se convierten en ciencia, esos conceptos que llevas años tratando de racionalizar como “limpiar el karma”, “vaciarse de ego”, “alinear los chakras”, se vuelven tan intuitivos como respirar. Este camino nunca termina, sigo explorando esta ciencia (recuérdalo siempre, Yoga es una ciencia). Decidí abrir este espacio digital y salir a redes sociales con el único objetivo de compartir mis descubrimientos y aprendizajes; quizá algunos encuentren algo útil que les ayude a vivir mejor, quizá en algunos otros se despierte alguna curiosidad que los embarque en alguna aventura divertida, quizá algunos se conviertan en maestros. Mi sueño es que muchos descubran su propio camino, que sean libres y felices, que enseñen a otros a encontrarlo también. Namaste, Bhanu K.N Los comentarios están cerrados.
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Agosto 2023
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