-Viejo, acabo de recorrer cien ióyanas para encontrarte… mi padre en su lecho de muerte me dijo que te buscara, ¡Ahora enséñame los secretos de la vida y la muerte!- Entonó amenazante Saraswati, nueva emperatriz de Vijayanagara.
El maestro, que alimentaba de su mano a un águila negra, la vio impasible y dibujando una sutil sonrisa contestó –Aún no sabes lo que es el poder, en esta vida no hay nada que yo pueda enseñarte-. La emperatriz entró en cólera al escuchar tales palabras y mandó a cortar su cabeza. Pasaron diez años, durante los cuales el imperio Vijayanagara fue invadido y saqueado por los Pandavas, todo lo que le quedaba para gobernar eran ruinas y hombres desnutridos, cuanto oro y mujeres había, fueron robados, ella misma ahora pertenecía a la corte de esposas del príncipe Bharaiva de los Pandavas. No hubo una noche en la que no despertara escuchando la palabra “PODER” entonada por el último aliento de aquel anciano. Un día mientras caminaba por el mercado, ya no como reina sino como una plebeya cualquiera, reconoció a un niño de más o menos nueve años que caminaba con un águila negra posando cómodamente sobre su hombro, no pudo contener las lágrimas y se arrodilló ante él. –Maestro, por favor dime lo que debo hacer, esta vez no te amenazo, ya solo puedo humillarme ante ti, haré lo que quieras, pero no puedo seguir viviendo así-. El niño le acarició el rostro y mirándola fijo le dijo -Sigues sin saber lo que es el poder, no hay nada que yo pueda enseñarte por ahora-, y siguió su camino a pesar de que Saraswati se aferraba a sus pies para besarlos. Después de esa tarde todavía le tomó un año saber lo que debía hacer, dos años para matar a su marido, cinco para formar un ejército y diez para expulsar al último Pandava de lo que renacería como el Nuevo Vijayanagara, uno que vivió en paz y prosperidad por doscientos años y en el que nunca se volvió a guillotinar a nadie. Un día mientras meditaba escuchó el aleteo de un ave gigantesca que hacía círculos a su alrededor, no abrió los ojos siquiera, solo dibujó una gran sonrisa de gozo y dejó que el águila negra se posara sobre su hombro.
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Agosto 2023
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