La bella Lakshmi se encontraba en medio de una profunda meditación, cuando abruptamente fue interrumpida por su marido Arjan. -Lakshmi, tenemos que hablar- Alzaba la voz un tono más grave de lo habitual y quedándose sin aire mientras pronunciaba la última palabra.
Los ojos de Lakshmi se abrieron muy lentamente, eran como dos lunas en creciente, quizá pudieron tardar un mes entero en abrir, para ella fue solo un segundo, mientras tanto Arjan observaba su figura cada vez más nítida reflejada en esos dos enormes espejos que ahora estaban del todo abiertos, hizo lo que todos hacemos frente a nuestro reflejo , trató de componer su postura, de suavizar su gesto, de controlar el movimiento de sus manos, todo en vano, en algún momento decidió mejor esquivar la mirada. Lakshmi seguía sin mover una sola célula de su cuerpo, se limitó a observar detenidamente al hombre que tenía enfrente, notó que sudaba profusamente, era como tener una gran fuente dando un espectáculo solo para ella, las gotas caían de su pelo con precisión matemática, cada una encontrando un cauce, algunas corrían por las arrugas que atravesaban la frente de lado a lado, entraban por el lado izquierdo y salían por el derecho, otras se desviaban siguiendo el sendero de una vena saltona que salía del pelo y terminaba en la nariz. Observó el mismo espectáculo sucediendo en los brazos y en las piernas, le tomo algunas décimas de segundo recorrerlo completamente con la vista, descubriendo cada río y cada lago que se formaba en su cuerpo, registrando la frecuencia de caída de las gotas, la velocidad a la que viajaban. Lo miró a los ojos, observó que estaban más pequeños de lo habitual y enrojecidos, el agua también los recorría en su caída, solo era interrumpida por unas ojeras muy profundas, se percató de que ese era el único lugar en donde el flujo se detenía haciendo charcos que eventualmente se desbordaban con violencia. Bajó la mirada un poco y su atención se quedó en las venas del cuello, estaban inflamadas y palpitaban con fuerza, podía escuchar con claridad como la sangre se agolpaba como una ola desde el pecho hasta la garganta, se percató como después de cada ola los orificios de la nariz se expandían brúscamente en busca de aire. Noto la diferencia entre la respiración de su marido y la suya, dio una inhalación larga y pasiva durante la cual pudo contar diez de su marido, también hubo veinte frotadas de manos, treinta sube y baja del pie derecho, dos removidas del sudor de la frente y una rascada de espalda, todo en una sincronía bastante más imperfecta que la del sudor. Al ver este panorama cualquiera hubiera ya anticipado una noticia catastrófica, ella decidió no dejarse llevar y mejor siguió observando y escuchando. -Dulce Lakshmi, hija más bella de la luna, no sé por dónde empezar lo que te quiero decir hoy- ella continúo inmóvil escuchando. –Antes te quiero prevenir que lo que a punto estoy de hablar nada tiene que ver con alguna hechura tuya, ya que tú eres incapaz de cualquier falla, no me cabe duda que en verdad debes ser una encarnación divina, quizá de la mismísima diosa Lakshmi de la que tu llevas el nombre- Tomó una pausa, intentó una sonrisa esperando haber roto el hielo, al no encontrar reacción tragó saliva y continuó –Y yo soy un raksasa cualquiera, una bestia incapaz si quiera entender la virtud, cuanto menos de practicarla ¿Cómo llegué a imaginar que podía hacerte feliz? Más me intriga aún como fue que tú lo pensaste también… en fin, yo ni compartiendo lecho con la virtud encarnada puedo encontrar gozo, y hoy heme aquí… otra vez-. Los ojos de Lakshmi no parpadeaban, los de él miraban ya al vacío mientras alzaba la voz de golpe –¡Quizá esto del matrimonio no sea para mí! - su cuerpo entero se sacudió en un espasmo, y recomponiendo con voz más suave re-inició –Nunca tomes literal mis palabras mi bolita de yamun- le estiró una mejilla -a veces salen de formas que uno no planea… lo que tienes que saber es que la ansiedad volvió, hay veces que siento que me asfixio, más por las noches, las peores atrocidades me pasan por la cabeza, solo quisiera salir corriendo, sin empacar, sin avisar, y no volver nunca más… solo el peor de los demonios podría encontrar regocijo en una fantasía tan vil… y bueno, después llega el alba y al verte el odio por mi mismo se apodera de mi, quisiera sacarme los ojos en ese instante, al rato me consuelo prometiéndome nunca hacerte algo así … no otra vez… no sin una explicación- hizo una pausa esperando una reacción que no llegó, y después continuó hablando más rápido –sé que debes estar pensando que hay otra mujer… te lo prometo que no mi lunita- volteó la mirada hacia la puerta y continuó –debes creerme que no tengo plan alguno, no tengo idea de que haré, quizá me vaya a las montañas, probablemente en la soledad es donde podré encontrar el silencio y la paz que hoy no tengo- Lakshmi seguía observando todo, casi hasta podía adivinarse una sutil sonrisa en su rostro serio, él pasó sus ojos por ella y estremeció por última vez mientras articulaba en un tono de falsa seguridad –Me tengo que ir ahora lunita mía, será lo mejor para ti, tu eres perfecta y si sigues conmigo eventualmente dejarás de serlo, no quisiera vivir con eso en mi consciencia… me llevo una parte de los ahorros, créeme que pronto te lo devolveré… adiós”. Lakshmi le dio una dulce mirada, una sonrisa que fue como mil caricias, y le dijo con una voz suave como la seda “Esta bien”. Una vez él hubo salido del cuarto, Lakshmi derramó una lagrima y volvió a una profunda meditación.
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Bhanu K.N. Archivos
Agosto 2023
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